La mano del desierto / Mapa de la cuenca del río Colorado


Con mi dedo trazo el camino del agua

Exposición individual
Museo de Arte Carrillo Gil, CDMX
2023

El fenómeno migatorio se cuela en los intersticios de los estados-nación, desbordando sus fronteras culturales, políticas y económicas. Sin restar importancia al impacto que tiene la migración en términos humanos, Antonia Alarcón (Santiago de Chile, 1994) busca acercarse a ella de manera más amplia, tomando en cuenta otras formas de vida y mostrando una óptica paralela del problema a través de una visión no antropocéntrica.

Antonia se aproxima a unas riberas otras, generalmente invisibles, situadas alrededor del muro que pretende dividir a la tierra como mexicana o estadounidense. El presente proyecto visibiliza los conflictos que esta barrera ha provocado en aquellos ecosistemas y, al mismo tiempo, evidencia la imagen ficticia que existe del territorio fronterizo.

A lo largo de la historia, el desierto y la frontera han sido concebidos comúnmente como espacios inhabitables y carentes de vida. La artista contrapone a esta representación un conjunto de mapas construidos a partir de fragmentos del paisaje, resaltando su flora y fauna. Si se mira hacia otro lado, es posible notar que la frontera está siendo cruzada permanentemente por entidades humanas y no-humanas. Una infinidad de garras y pezuñas, esporas y semillas, ríos y alas la atraviesan de manera cotidiana, ignorando por completo las problemáticas que ahí se juegan y poniendo en evidencia la arbitrariedad de los límites de los estados-nación.

Las obras de Alarcón asumen su condición afectiva y su poder simbólico para desmantelar el imaginario histórico que se tiene tanto sobre la frontera como sobre el fenómeno migratorio. Las piezas brotan del sistema de ríos que compone la franja fronteriza, retomando los tonos rojizos que pertenecen a esa región y empapando al textil con el horizonte paisajístico. Esta herida acuática sobre la tierra es el origen de toda la vida que se crea a su alrededor.

Teóricos como Susan Sontag o Georges Didi-Huberman, afirman que el espectáculo de la violencia termina por desensibilizar al espectador, ya que la avalancha de imágenes periodísticas instaura un problema de sobreexposición.  Ante este bombardeo, Alarcón propone la construcción de un espacio sensible; un espacio que priorice imágenes que resistan y disloquen la óptica de la ficción controlada; un espacio que favorezca el vínculo comunitario, la empatía, el diálogo, y la creación de un nuevo mundo en colectivo, ante todo con lo no-humano.

Isabel Sonderéguer


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El sur es un cuenco que bordea al mundo.